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viernes, 29 de noviembre de 2013

LIBROS RECOMENDADOS PARA EL 2013, ESCRIBE TUS SUGERENCIAS DE MANERA ANONIMA SI ASI LO REQUIERES. SOLO ESCRIBE EL PAÍS. ESTE ESTUDIO TIENE EL ONBETIVO DE CONOCER TENDENCIAS.

GRACIAS

P.D. Envíen sugerencias al siguiente correo y parecerán en el Blog morletbarjau@gmail.com

domingo, 3 de noviembre de 2013


LA PSICOTERAPIA PARA TODOS?

Dr.Arturo Morlet Barjau

A lo largo de mi carrera profesional como Psiquiatra y Psicoterapeuta y, entendiendo que me he formado especialmente en un Instituto Nacional de Salud con una gran visión que ha integrado las aproximaciones de la Psiquiatría con la Psicoterapia, puedo hacer la siguiente reflexión que, sin duda, esta abierta a discusión.



Muchos pacientes que llegan a mi consultorio, después de haber visitado por lo menos a tres colegas por cuestiones Psiquiátricas, se sorprenden cuando alguno de ellos sugiere, con algo de timidez, que deben ver un especialista del “sistema nervioso”: en América Latina, por cuestiones de ignorancia, ir al Psiquiatra es una ofensa y es equivalente a estar en el ultimo eslabón de la salud mental o el inicio a la locura. Naturalmente esto se acompaña de los grandes mitos acerca de los Psicofármacos y no es raro escuchar: “Hacen adicción” “son drogas” “enloquecen” “se hace uno dependiente” entre otras cosas. Lo anterior, sumado al relato de familiares que, con buena intención en el mayor de los casos, le hacen saber al paciente que se puede superar con actitud positiva, vitaminas, fuerza de voluntad o vacaciones. Actualmente las neurociencias han identificado los misterios de los problemas Psiquiátricos con el rigor de las ciencias y miles de publicaciones serias a lo largo del mundo. Es una verdad que ya no puede ocultarse, por difícil que sea aceptarlo y para sorpresa de muchos, el hecho de que los problemas Psiquiátricos son considerados enfermedades, con la extensión completa de la palabra: por citar algunos la depresión, los trastornos de ansiedad y las diferentes psicosis como la esquizofrenia. Naturalmente existen algunos problemas del carácter que solo requieren Psicoterapia pero, para hacer una distinción, se requiere una evaluación completa. No se exactamente cuantas veces he escuchado, en reuniones con amistades o de los mismos pacientes, cual es la diferencia entre el Psiquiatra y el Psicólogo y bueno, esto radica en el tipo de pacientes y que los Psiquiatras nos graduamos primero como Médicos Cirujanos: asimismo diría, además, que nuestro trabajo es complementario a manera de equipo: sabemos bien que, un paciente con un problema Psiquiátrico, tiene mejor pronóstico si asiste además con un Psicoterapeuta de buena formación.
Tengo que admitir que, tanto la Psiquiatría como la Psicología, no son siempre vistas con buenos ojos por muchos pacientes y muchas veces llegan con nosotros cuando las cosas están mas graves y después de mucho tiempo de sufrir. Es también verdad que, como en todas las áreas, existen colegas poco preparados que hacen de la profesión un negocio y desprestigian a quienes hacemos un trabajo honesto, responsable y humano: también, debo señalar que, han aparecido diferentes estilos de Psicoterapia y muchos pacientes no saben que enfoque elegir, sin embargo, si encuentran un colega honesto, este puede orientarlos con asertividad. Es un mito que la Psicoterapia solo es para un grupo particular de pacientes y que aquellos, por ejemplo, con menos capacidades mentales no pueden recibirla, es solamente buscar la apropiada. Las personas con retraso mental, tal vez no seria candidata para el Psicoanálisis ortodoxo, pero les puede ir muy bien con una Psicoterapia muy directiva y centrada en la conducta.
Finalmente, las aproximaciones de la Psicología y Psiquiatría en muchas partes del mundo, aparecieron con el hombre, es decir, ya existían estas figuras, naturalmente con otro nombre, escogidas por el pueblo o grupo, por su sabiduría para escuchar y aconsejar al que sufre.




También, la historia de los enfermos mentales, tuvo una parte dramática por el natural desconocimiento y, ante ello, se consideraban ya sea personas con habilidades especiales o poseídas por espíritus malignos: en la desafortunada conclusión segunda, los tratamientos eran, en el mejor de los casos inhumano y, de acuerdo a la cultura de la que hablemos, algunos lo pagaban hasta con su vida.



Por fortuna, en el México prehispánico, ya existía conocimiento de las enfermedades como la depresión, ansiedad y delirios y los enfermos eran tratados de una manera humana como consta en el “Códice Badiano” (1552) así como en los relatos de Fray Bernardino de Sahagún en “la Historia General de las Cosas de la Nueva España” escrito entre 1565-1569.


“No hay genio sin un 
grano de locura”.

Aristóteles

La ciencia no nos ha 
enseñado aún si la locura 
es o no lo más sublime 
de la inteligencia.

Edgar Allan Poe

Siempre hay un poco de 
locura en el amor, pero 
siempre hay un poco de 
razón en la locura.

Friedrich Nietzsche

No hay loco de quien 
algo no pueda aprender 
el cuerdo.

Calderón de la Barca

Una vez al año es 
lícito hacer locuras.

San Agustín

Las únicas personas que 
me agradan son las que 
están locas: 
locas por vivir, 
locas por hablar, 
locas por ser salvadas.

Jack Kerouac

La única diferencia 
entre un loco y yo, 
es que yo no estoy loco.

Salvador Dalí



Imágenes

1.     Símbolo de comunicación en la iconografía prehispánica.
2.     Ilustración de Tlazoltéotl, una de las deidades descritas en el Códice Borgia.
3.     El Malleus maleficarum (Martillo de brujas) escrito en 1486 por los teólogos Heinrich Kramer y Johann Sprenger atribuye al demonio la causa de todas las enfermedades mentales.


viernes, 1 de noviembre de 2013

“Las cosas no son siempre lo que parecen, la primera impresion engaña a muchos: La inteligencia de pocos, percibe lo que se oculta cuidadosamente”


Pahedrus

Argumentum Ornithologicum

J. L. Borges

I close my eyes and see a flock of birds. The vision lasts a second or perhaps less; I don’t know how many birds I saw. Were they a definite or an indefinite number? This problem involves the question of the existence of God. If God exists, the number is definite, because how many birds I saw is known to God. If God does not exist, the number is indefinite, because nobody was able to take count. In this case, I saw fewer than ten birds (let’s say) and more than one; but I did not see nine, eight, seven, six, five, four, three, or two birds. I saw a number between ten and one, but not nine, eight, seven, six, five, etc. That number, as a whole number, is inconceivable; ergo, God exists.

FRAGMENTO DEL LIBRO DE ARENA

J.L.Borges

La línea consta de un número infinito de puntos; el plano, de un número infinito de líneas; el volumen, de un número infinito de planos; el hiper volumen, de un número infinito de volúmenes... No, decididamente no es éste, more geométrico, el mejor modo de iniciar mi relato. Afirmar que es verídico es ahora una convención de todo relato fantástico; el mío, sin embargo, es verídico.
Yo vivo solo, en un cuarto piso de la calle Belgrano. Hará unos meses, al atardecer, oí un golpe en la puerta. Abrí y entró un desconocido. Era un hombre alto, de rasgos desdibujados. Acaso mi miopía los vio así. Todo su aspecto era de pobreza decente. Estaba de gris y traía una valija gris en la mano. En seguida sentí que era extranjero. Al principio lo creí viejo; luego advertí que me había engañado su escaso pelo rubio, casi blanco, a la manera escandinava. En el curso de nuestra conversación, que no duraría una hora, supe que procedía de las Orcadas.
Le señalé una silla. El hombre tardó un rato en hablar. Exhalaba melancolía, como yo ahora.
-Vendo biblias-me dijo.
No sin pedantería le contesté:
-En esta casa hay algunas bíblias inglesas, incluso la primera, la de John Wiclif. Tengo asimismo la de Cipriano de Valera, la de Lutero, que literariamente es la peor, y un ejemplar latino de la Vulgata. Como usted ve, no son precisamente biblias lo que me falta.
Al cabo de un silencio me contestó:
-No sólo vendo biblias. Puedo mostrarle un libro sagrado que tal vez le interese. Lo adquirí en los confines de Bikanir.
Abrió la valija y lo dejó sobre la mesa. Era un volumen en octavo, encuadernado en tela. Sin duda había pasado por muchas manos. Lo examiné; su inusitado peso me sorprendió. En el lomo decía Holy Writ y abajo Bombay.
-Será del siglo diecinueve- observé.
-No sé. No lo he sabido nunca- fue la respuesta.
Lo abrí al azar. Los caracteres me eran extraños. Las páginas, que me parecieron gastadas y de pobre tipografía, estaban impresas a dos columnas a la manera de una biblia. El texto era apretado y estaba ordenado en versículos. En el ángulo superior de las páginas había cifras arábigas. Me llamó la atención que la página par llevara el número (digamos) 40.514 y la impar, la siguiente, 999. La volví; el dorso estaba numerado con ocho cifras. Llevaba una pequeña ilustración, como es de uso en los diccionarios: un ancla dibujada a la pluma, como por la torpe mano de un niño.
Fue entonces que el desconocido me dijo:
‹Mírela bien. Ya no la verá nunca más.
Había una amenaza en la afirmación, pero no en la voz.
Me fijé en el lugar y cerré el volumen. Inmediatamente lo abrí. En vano busqué la figura del ancla, hoja tras hoja. Para ocultar mi desconcierto, le dije:
-Se trata de una versión de la Escritura en alguna lengua indostánica, ¿no es verdad?
-No-me replicó.
Luego bajó la voz como para confiarme un secreto:
-Lo adquirí en un pueblo de la llanura, a cambio de unas rupias y de la Biblia. Su poseedor no sabía leer. Sospecho que en el Libro de los Libros vio un amuleto. Era de la casta más baja; la gente no podía pisar su sombra, sin contaminación. Me dijo que su libro se llamaba el Libro de Arena, porque ni el libro ni la arena tienen ni principio ni fin.
Me pidió que buscara la primera hoja.
Apoyé la mano izquierda sobre la portada y abrí con el dedo pulgar casi pegado al índice. Todo fue inútil: siempre se interponían varias hojas entre la portada y la mano. Era como si brotaran del libro.
-Ahora busque el final.
También fracasé; apenas logré balbucear una voz que no era la mía:
-Esto no puede ser.
Siempre en voz baja el vendedor de biblias me dijo:
-No puede ser, pero es. El número de páginas de este libro es exactamente infinito. Ninguna es la primera; ninguna, la última. No sé por qué están numeradas de ese modo arbitrario. Acaso para dar a entender que los términos de una serie infinita admiten cualquier número.
Después, como si pensara en voz alta:
-Si el espacio es infinito estamos en cualquier punto del espacio. Si el tiempo es infinito estamos en cualquier punto del tiempo.