Vistas de página en total

lunes, 19 de agosto de 2013

Las relaciones humanas y la tecnología Por PATRICIA SANTAELLA YMARIA MUÑOZ ♦ AGOSTO, 2013 


 Recientemente se ha hecho popular el término ‘calidad de vida’. Ha sido slogan de muchas campañas publicitarias; para cualquier tipo de productos alimenticios, académicos, médicos, el hogar, en toda variedad de servicios. Por lo contrario, la tecnología ha superado, como dice Sejias, nuestra humanidad. Vivimos adheridos a los artefactos y no a las personas. Los teléfonos celulares y las redes sociales nos facilitan la comunicación y el contacto, sabemos cosas en cuestión de segundos, cada vez tenemos más contactos, aunque en realidad estamos más separados unos de otros, sin vínculos afectivos, sin contacto real, con una interacción de baja calidad. Lo paradójico de las campañas publicitarias es que promuevan el consumo de productos o servicios para facilitarnos la vida; sin embargo, tenemos que dedicar más tiempo al trabajo “productividad” para sobrevivir y así acceder a cubrir las necesidades creadas por el consumismo y sentirnos parte de una sociedad evolucionada con calidad de vida. Sabemos que el bienestar es subjetivo y al mismo tiempo integrante de la calidad de vida, que tiene un carácter temporal y plurideterminado, aunque lo contradictorio de estos tiempos, es que la tecnología por sí misma no termina por brindar esa percepción de calidad y bienestar en el individuo. Es un espejismo, nos venden la idea de que el artefacto tiene mayor valor, el cual nos dará sentido de pertenencia; de hecho, adquirirlo es reflejo de tener metas y capacidad de logro, cuando en la realidad en el momento de alcanzarlo ya no vale, porque ahora es más importante el gadget, y en ese tránsito perdemos nuestra individualidad, hacemos a un lado nuestra capacidad de discernimiento, de originalidad, mermamos nuestra identidad. El evento se complica cuando en una familia, por mejorar la calidad de vida, cada uno de los integrantes están sumergidos en el rol mencionado en el párrafo anterior, entonces se pierde la comunicación, no hay un enraizamiento porque no hay historias familiares que transmitir y contar bajo el disfrute de convivencia, una charla o una comida, no hay momentos para ser solidarios, es decir, no hay un ser humano o un grupo de seres humanos, solo hay personas individualistas volviéndose expertos en el uso de tecnología. Por ello, la importancia de recuperar esta vida en comunión, del gusto, que no cuesta monetariamente y es básico. Nuestra vida ha sido desplazada y devaluada por el uso de las tecnologías y la velocidad. Centrándonos en hacer bien lo que hacemos en automático y sin conciencia. Es necesario recuperar la calidad del tiempo en los diversos momentos del día como la comida, la recreación, el trabajo, un momento de charla con la pareja, hermanos, amigos, es decir, invertir en lo que verdaderamente nos da un sentido de pertenencia, ya que eso más importante que acumular cosas materiales. Si es o no con calidad, sólo tu constancia te lo revelará.