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viernes, 2 de mayo de 2014

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
(The emotional intelligence)


Siempre presente, la palabra inteligencia (del latín intellegentĭa) es la capacidad de pensar, entender, asimilar y elaborar información para resolver problemas. Ha llamado siempre la atención a lo largo de la Historia y  existen citas numerosas, de lo importante y asombroso de ser portador de esta habilidad. Ha sido signo de admiración, ventaja, virtud y don. Aunque intuido en diferentes civilizaciones, con adjetivos diferentes, desde hace algunos años se ha centrado la atención a este tipo de inteligencia, que podría ser mas importante que el I.Q. “La inteligencia emocional”.


Cada día nos enfrentamos inevitablemente con una gran cantidad de emociones que requieren su resolución para interactuar con otros, llevar a cabo nuestras actividades, conseguir paz interior; en resumen interactuar con el mundo. La manera efectiva con la que podamos conseguir el manejo de estas emociones de manera asertiva, hace la diferencia entre llevar una vida racionalmente feliz o vivir con estrés o angustia y desesperación interior. 



Todo lo que vemos, escuchamos, olemos, viaja a través del cuerpo en forma de señales, estas pasan de una célula a otra hasta que alcanzan su destino final “El cerebro”. Este viaje a través de los sentidos al cerebro, sigue una dirección particular: inicialmente entra a la base del cerebro –la cual podríamos llamarla una zona primitiva en la escala evolutiva cerebral- y, posteriormente, termina en los lóbulos frontales, donde se lleva a cabo el pensamiento lógico y racional. El punto central en este momento es que, antes de alcanzar esa zona “racional”  en su trayectoria, pasa por el sistema límbico (formado por el tálamo, hipotálamo, hipocampo, amígdala cerebral, cuerpo calloso, septo y mesencéfalo), donde se lleva a cabo, entre otras funciones, la empatía y los procesos emocionales.



 La comunicación entre el cerebro emocional y racional es la fuente central de la llamada “Inteligencia emocional”, sin embargo, con mucha frecuencia, algunas personas llevan los estímulos exteriores solamente a la parte emocional (Sistema límbico) y no permiten la trayectoria hacia la parte racional, lo cual, obviamente resulta en decisiones y conductas poco adaptativas en el mejo de los escenarios de vida.
Lo relevante, de manera general, de la importancia de incrementar la inteligencia emocional que, por cierto, es susceptible de entrenarse y hacerse mas eficiente, traduce una vida mas satisfactoria y asertiva. No está de más señalar que, en diferentes estudios, se ha demostrado que las personas mas exitosas en diferentes aspectos de la vida, no son las que poseen un I.Q alto, sino aquellas mas inteligentes emocionalmente.
El término inteligencia emocional fue utilizado por primera vez en 1990 por Peter Salovey, de La universidad de Harvard, y John Mayer, de la Universidad de New Hampshire, los cuales definen a la INTELIGENCIA EMOCIONAL como “la capacidad de controlar y regular las emociones de uno mismo para resolver los problemas de manera pacífica, obteniendo un bienestar para sí mismo y para los demás"; es también guía del pensamiento y de la acción.
Actualmente se han escrito muchos libros que hablan acerca de la inteligencia emocional y la manera de que esta pueda desarrollarse, sin embargo, es conveniente que este proceso se lleve por Psicólogos, Psiquiatras y Psicoterapeutas en vista de la complejidad de cada individuo y su forma particular de ser y de ver el mundo, además de analizar y tratar aquellas conductas o pensamientos que detienen o hacen difícil el desarrollo de esta habilidad.
Dentro de los puntos de desarrollo a lo largo del proceso de crecimiento en esta área, destacan los siguientes:

1.Estrategias de autoconocimiento
2.Estrategiasd de autocontrol
3.Estrategias de conocimiento o advertencia social
4.Estrategias de manejo de relaciones interpersonales

No hay duda de que, en los diferentes contextos educativos para infantes, debería incluirse un entrenamiento con esta dirección ya que, como sabemos, los primeros años en la vida, marcan una gran diferencia en el perfil de la vida adulta.


Finalmente, el entrenamiento en inteligencia emocional, requiere participación activa por el paciente y terapeuta, así como  constancia y reflexión.

“Somos lo que pensamos”
Albert Einstein

REFERENCIAS

Bradberry T, Greaves J, The emotional intelligence. Quick book (New York Simon and Schuster, 2005)
Goleman, Daniel. La Inteligencia emocional. Vergara, Editor. Buenos Aires Argentina. 1996.
Caballo, B. Manual . Manual de evaluación y entrenamiento de habilidades sociales. Editorial S. XX1, 2012