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domingo, 2 de diciembre de 2012


LA FUERZA DE LAS PREGUNTAS

Otras cosas ocurrían un día de abril del 2012 cuando, me informan súbitamente, un incidente de salud de mi padre: juzgando “a priori” los comentarios del evento como Médico, supe al instante – sin ser pesimista- que había llegado ese momento que todos queremos esconder, el final de un ciclo. Naturalmente, tuve que recurrir a las defensas populares para esta situación como: “ es parte del ciclo vital, todos tendremos este destino alguna vez, es normal,  estaba grande, se adelantó. estas cosas ocurren simplemente” y otros atrevimientos linguísticos que no resucitaron a mi padre y tampoco mi circunstancia existencial.



Digo lo anterior porque la figura del padre es poderosa, ya sea tener uno o  serlo. Los siguientes meses nos centramos en disolver y enfrentar las consecuencia burocráticas y morales que siguen cuando alguien cercano muere: nada fácil cuando, de manera adicional, se elabora un duelo.
Después de varias semanas de enfrentar todo lo que siguió a ese evento – sin olvidar la angustia de perder a un ser querido- regresé a mi casa para refugiarme de todas aquellas emociones;  mis hijos siempre han sido poderosos para conseguir alivio con solo hablar con ellos, escuchar sus palabras de nińos . No pude evitar recurrir a mi formación como Psiquiatra cuando , de forma natural y para comprobar la tesis de las neuronas en espejo, me preguntaron con angustia y gesticulación inolvidable: “Se murió el abuelo Arturo" . No podia responder otra cosa mas que “si”   a la pregunta concreta pero, para intentar aproximrme a la fenomenología existencial de los nińos de este siglo, me atreví a hacer una analogia que, tal vez, me encerró en un laberinto sin retorno. Le dije a mis hijos “ El abuelo Arturo se ha ido, de esta forma, no podremos verlo con los ojos abiertos, pero si imaginarlo: Han visto en sus juegos de video un holograma? pues bien, es algo parecido pero con todas esas todo lo que recuerdan de el. Imaginen que estan en un juego y han alcanzado otro nivel: no pueden retroceder, cierto? pero los jugadores no pueden estar en el mismo espacio. El Abuelo está en otro nivel, es decir, ha pasado por varias etapas  y ahora no podemos verlo. No fue dificil notar el asombro de mis hijos, especialmente porque tienen ese habitual razonamiento inocente de los niños y juegan en la computadora. Sin aviso, llegó la pregunta difícil de mi hijo Arturo de 8 años – y el silencio de mi hija-: después de una gran pausa para explicarser el fenómeno, me dijo con asombro lo siguiente: “Si abuelo Arturo ha pasado a un nivel más alto, en cuál estás tú?

Los dias siguientes reflexione acerca de esta pregunta y aún no he encontrado la respuesta: no porque no exista, sino porque es imposible saberlo y, cuando eso ocurre, se encuentra uno en ese nivel que no permite comunicación.




"Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar."


Ernest Miller.












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