LA INTELIGENCIA
EMOCIONAL
(The emotional
intelligence)
Siempre
presente, la palabra inteligencia (del latín intellegentĭa) es la
capacidad de pensar, entender, asimilar y elaborar información para resolver
problemas. Ha llamado siempre la atención a lo largo de la Historia y existen citas numerosas, de lo importante y
asombroso de ser portador de esta habilidad. Ha sido signo de admiración,
ventaja, virtud y don. Aunque intuido en diferentes civilizaciones, con
adjetivos diferentes, desde hace algunos años se ha centrado la atención a este
tipo de inteligencia, que podría ser mas importante que el I.Q. “La
inteligencia emocional”.
Cada día
nos enfrentamos inevitablemente con una gran cantidad de emociones que
requieren su resolución para interactuar con otros, llevar a cabo nuestras
actividades, conseguir paz interior; en resumen interactuar con el mundo. La
manera efectiva con la que podamos conseguir el manejo de estas emociones de
manera asertiva, hace la diferencia entre llevar una vida racionalmente feliz o
vivir con estrés o angustia y desesperación interior.
Todo lo que vemos,
escuchamos, olemos, viaja a través del cuerpo en forma de señales, estas pasan
de una célula a otra hasta que alcanzan su destino final “El cerebro”. Este
viaje a través de los sentidos al cerebro, sigue una dirección particular:
inicialmente entra a la base del cerebro –la cual podríamos llamarla una zona
primitiva en la escala evolutiva cerebral- y, posteriormente, termina en los lóbulos
frontales, donde se lleva a cabo el pensamiento lógico y racional. El punto
central en este momento es que, antes de alcanzar esa zona “racional” en su trayectoria, pasa por el sistema límbico
(formado por el tálamo, hipotálamo,
hipocampo, amígdala cerebral, cuerpo calloso, septo y mesencéfalo), donde
se lleva a cabo, entre otras funciones, la empatía y los procesos emocionales.
La comunicación entre el cerebro emocional y racional es la fuente central de
la llamada “Inteligencia emocional”, sin embargo, con mucha frecuencia, algunas
personas llevan los estímulos exteriores solamente a la parte emocional (Sistema
límbico) y no permiten la trayectoria hacia la parte racional, lo cual,
obviamente resulta en decisiones y conductas poco adaptativas en el mejo de los
escenarios de vida.
Lo
relevante, de manera general, de la importancia de incrementar la inteligencia emocional
que, por cierto, es susceptible de entrenarse y hacerse mas eficiente, traduce
una vida mas satisfactoria y asertiva. No está de más señalar que, en
diferentes estudios, se ha demostrado que las personas mas exitosas en
diferentes aspectos de la vida, no son las que poseen un I.Q alto, sino
aquellas mas inteligentes emocionalmente.
El término inteligencia
emocional fue utilizado por primera vez en 1990 por Peter Salovey, de La
universidad de Harvard, y John Mayer, de la Universidad de New Hampshire, los
cuales definen a la INTELIGENCIA EMOCIONAL como “la capacidad de controlar y
regular las emociones de uno mismo para resolver los problemas de manera
pacífica, obteniendo un bienestar para sí mismo y para los demás"; es
también guía del pensamiento y de la acción.
Actualmente
se han escrito muchos libros que hablan acerca de la inteligencia emocional y
la manera de que esta pueda desarrollarse, sin embargo, es conveniente que este
proceso se lleve por Psicólogos, Psiquiatras y Psicoterapeutas en vista de la
complejidad de cada individuo y su forma particular de ser y de ver el mundo, además
de analizar y tratar aquellas conductas o pensamientos que detienen o hacen difícil
el desarrollo de esta habilidad.
Dentro de los puntos de
desarrollo a lo largo del proceso de crecimiento en esta área, destacan los
siguientes:
1.Estrategias de autoconocimiento
2.Estrategiasd de autocontrol
3.Estrategias de conocimiento o advertencia social
4.Estrategias de manejo de relaciones interpersonales
No hay duda de que, en los
diferentes contextos educativos para infantes, debería incluirse un entrenamiento
con esta dirección ya que, como sabemos, los primeros años en la vida, marcan
una gran diferencia en el perfil de la vida adulta.
Finalmente, el entrenamiento en
inteligencia emocional, requiere participación activa por el paciente y
terapeuta, así como constancia y reflexión.
“Somos lo que
pensamos”
Albert Einstein
REFERENCIAS
Bradberry T,
Greaves J, The emotional
intelligence. Quick book (New York Simon and Schuster, 2005)
Goleman, Daniel. La Inteligencia emocional. Vergara, Editor. Buenos
Aires Argentina. 1996.
Caballo, B. Manual . Manual de evaluación y entrenamiento de
habilidades sociales. Editorial S. XX1, 2012